Un acto de rebelión formal, una puesta en escena revuelta

Por Roberto Pérez León

Teatro El Público dentro de la séptima semana de Teatro Polaco en La Habana ha estrenado Entre nosotros todo va bien, obra de Dorota Maslowska, una de las voces más sobresalientes de la dramaturgia polaca actual.

Dos días después de ver la puesta me di cuenta de que esta escritora es también la autora de Blanco nieve, rojo Rusia, una novela maravillosa que leí no hace mucho. Por supuesto, esta coincidencia de alguna manera me ha ayudado a hacer una recepción más ecuménica del montaje dirigido por Carlos Díaz.

La novela, que tuvo un éxito enorme, muestra lo complicado de la convivencia de dos generaciones en un mismo país cuando cada una por su lado ha vivido y fundado en órbitas diferentes, muy diferentes, tan diferentes como lo son el período soviético y el período pos-muro de Berlín y la consiguiente descolocación de valores, antivalores y experiencias socio culturales, así como la entronización de nuevas y diametralmente opuestas vivencias.

Pues Entre nosotr@s todo va bien está en la misma cuerda de la novela. Pero con un lenguaje socarrón y confrontador de la realidad polaca reciente. El texto dramático refleja el sentir angustioso de los polacos de hoy, entregados al voraz capitalismo, pero visitados por el fantasma nostálgico de un pasado que transita incesantemente por la era soviética y la Segunda Guerra Mundial.


Generaciones que confrontan deseos y frustraciones amontonadas en una misma monotonía, en un mismo espacio y en un perpetuo cotejo de realidades cotidianas.

Entre nosotr@s todo va bien utiliza un lenguaje dislocado como reflejo del desconcierto en que viven los personajes. Tan dislocado que desbrida la razón y roza lo absurdo.

Es muy difícil asumir una puesta en escena donde no haya situaciones dramáticas significaciones, son como sombreros en busca de la cabeza del sentido, un sentido que huye y tras él corren las acciones para colisionar en la discontinuidad dramática. Y todo esto sin llegar a ser plenamente teatro del absurdo.

Además, en el asunto se cuenta con el agregado de una segunda línea argumental que de alguna manera pretende poner orden dramático pero que incorpora más inconexión.

Hacía mucho que no me veía entre la espada y la pared al momento de hacer un análisis de una representación. Porque tengo que decir que Entre nosotr@s todo va bien me desconcertó. Es una obra declaradamente polaca, con ironías arrebatadas y desatinos de unos personajes en una Polonia desflorada, a lo que se suma la enunciación disolvente y carnavalizadora de Teatro El Público.

Un texto dramático con una rebelión formal tan ostensible precisa de una puesta formalmente revuelta. Por supuesto que es una puesta en escena con todas las de la ley.

En el orden actoral los que están en el escenario tienen la talla de una poética específica con una mostración estética muy definida. Carlos Díaz compone, tienes muy buen gusto para concebir espacialmente sus discursos escénicos.

Digamos que el agregado del arroba @ en el título responde dentro de esta puesta a la maduración de una poética teatral que se viene gestando desde aquellos tiempos en los noventa cuando la magnífica Trilogía de Teatro Norteamericano: Té y simpatía, El Zoo de cristal y Un tranvía llamado deseo.

Contenido, forma y atributos de un montaje parten de la producción de una representación. Lo sensible estará desplegado entre todos los sistemas significantes, todo lo cual generará una respuesta estética en el receptor.



Un texto dramático llega a un puestista y es conceptualizado y estructurado de acuerdo a una poética particular que no precisamente tiene que coincidir con la del autor dramático.

Los personajes tal y como han sido concebidos para la puesta habanera, en su caricaturización son imagen, representación y fantasmas de la particular situación social de la Polonia de estos tiempos.

En el montaje habanero de Entre nosotr@s todo va bien hay ocho personajes, dos hombre y seis mujeres, ellas cuatro son asumidas por actores que no es que se travistan sino que en sus atributos incorporan lo femeninos sin caer en estereotipaciones de género. Estos cuatro personajes dan el tinte al nosotr@s, resemantizando el título de la obra.

El “arroba” como material semiológico es para poner en el tapete desde el inicio una lectura significante, y esto forma parte de la poética de Teatro El Público. El trabajo de montaje responde a un proceso de producción estética en consonancia con ese “arroba” en todos sus grados y formas La lectura global de Entre nosotr@s todo va bien revela la subversión inmanente en el texto.

Los materiales escénicos empleados van desde un disparatado lima uñas hasta el empleo de micrófonos por momentos, esto hace que en su sintaxis la puesta resulte tan debidamente pragmática. Es que dentro de la poética y la estética de este colectivo teatral no hay nada de más ni falta nada para comunicar como acto de No es que esta obra precise de una nueva modalidad de lectura.



La obra en sí misma modaliza la forma de asumir una nueva dramaturgia. Con el “arroba” se agrega un vector más para dislocar y trastornar desde lo genésico dramatúrgico.

El carácter relacional de los signos que componen esta puesta ayuda el desarrollo de una enunciación critico-estética que nos está dando una lectura de la lectura que la autora hizo de la poloneidad. Y en esto hay que celebrar el trabajo de dramaturgia de Fabián Suárez.

La poética de Teatro El Público, como instrumento que sistematiza la conjunción de principios, conceptos, metalenguajes, modelos, estructuras con que Carlos Díaz fundamenta su conducta escénica como director, esta vez ha sido puesta en función de lo grotesco y la ridiculización de comportamientos chatarras en una sociedad chatarra con gente que come chatarra y persigue una imagen chatarra.

A mí personalmente no me dijo nada nuevo la puesta en escena de Entre nosotr@s todo va bien, creo que la apelación que hace no carga con celebrables innovaciones.

Fotos: Yuris Nórido/ Teatro El Público

Publicado en CMBF Radio Musical Nacional

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